SEGUNDO CONTROL DE LECTURA.
PROCESOS SOCIALES II: CHILE.
Si nos
contextualizamos en el último tercio del Siglo XIX y durante la segunda mitad
del Siglo XX, veremos la sociedad de nuestro país en medio de un fenómeno social conocido como “migración
campo-ciudad”, el cual se caracterizó por el traslado de muchas personas que
vivían en un contexto de campo y de actividades principalmente agrarias, las
cuales constituían a la forma, sustento y condición de vida de estas personas,
a un mundo completamente envuelto en una nueva sociedad que evolucionó gracias
a las nuevas tecnologías e industrias oferentes de trabajo. Estos individuos
migrantes (en su generalidad), buscaban de la ciudad nuevas y mejores condiciones
de vida, la cual se llevaría a cabo mediante el cambio en la forma del sistema de trabajo y por
consiguiente la posibilidad de movilidad social.
Esta, resultó
ser una etapa de grandes cambios para este sector de la sociedad. Ya que, junto
con este traslado de la vida de campesino a una vida de obrero en la ciudad,
fue edificando, con el paso del tiempo, un modelo de vida común y compartida
para estos nuevos obreros. Como muy bien lo señala el texto de Mario Garcés, quienes en un principio vivieron como artesanos
y/o campesinos, se convirtieron en esta nueva etapa en obreros activos de este
nuevo sistema industrial.
Es por esto,
que este ensayo pretende analizar en profundidad las características más
importantes y fundantes de esta época de cambios para el sector social obrero,
que llevaron a una crisis moral para la sociedad, dadas las particulares y
extremadamente deficientes condiciones de vida que envolvían la cotidianidad de
los sectores bajos de la ciudad. Y como estas condiciones llevaron a la segregación
de parte de otros sectores de la sociedad (principalmente la clase alta), más
bien con un afán que guiaba siempre a la materialidad, buen estatus y como bien
lo afirma la alusión de Clotario Blest, “un crudo egoísmo”, que llevó a una
separación total de intereses entre estas clases. Sobre todo de parte de la
elite hacia los sectores bajos. Tanto en la precaria preocupación en sus
condiciones de vida como también en ámbitos laborales y el ausente interés de defender sus derechos
de trabajadores. Dados estos acontecimientos, la función de este ensayo
corresponde al análisis desde un principio de estas, que fueron desencadenando
de a poco, la crisis moral en la que cayó una parte de la sociedad. Como
también cuales fueron las principales medidas que se tomaron en ámbito estatal
para solucionar esta situación de seria marginalidad social.
Adentrándonos
en el diario vivir y en las condiciones de vida de estos actores de producción,
los obreros, podemos destacar variados componentes de su condición en la ciudad.
Partiendo por el lugar en donde debían y podían residenciar en la ciudad.
Durante esta época de migración que duró más de medio Siglo, nos encontraremos
con nuevos barrios, en donde esta gente de escasos recursos y salarios
habitaban. En el texto de Sergio Grez, se nos
plantea la idea de este sector social como un sector de diversas ocupaciones
pero con una semejanza general, la cual incluía a todos como “pobres”, de
condiciones precarias e incluso marginales. Esto, muy bien se explica por la
forma y condiciones en que se edificaban o se encontraban las viviendas de
estos. Un ejemplo son los ranchos, hechos de materiales básicos como el adobe, paja y tierra,
ubicados en el lugar periférico de la sociedad. Otro ejemplo de viviendas que
ocupaban estos sectores bajos populares, son “cuartos redondos”, dando paso
luego a los llamados “conventillos”. A gran diferencia de los ranchos, estos se
caracterizaban por ubicarse al centro de la ciudad, la mayoría de estos, no
poseía más que un cuarto, es decir, de pieza única, con sólo una salida y
regulada por un pago de arriendo. Cabe destacar, que estos cuartos no eran
ocupados por una persona, sino muchas veces el hogar de familias completas, en
donde inmediatamente se generaba hacinamiento y las condiciones de salud se agudizaban
en contra de todos los que habitaban cierto sitio. Esto, muy bien se puede
apreciar esto en la siguiente cita de Sergio Grez: “El hacinamiento era grande:
en cada pieza vivían familias de hasta seis u ocho personas, que usualmente
compartían el exiguo espacio con animales, haciendo aún más grande el desaseo y
más insalubre la habitación”. (pág 170)
Bien pudimos
observar y comprender, gracias al texto de Sergio
Grez, quien menciona que la ciudad fue desarrollando con el paso del
tiempo una “reorganización”, que la ciudad en cierto sentido “crece” como
también la marginalidad social. Esta ciudad, va adquiriendo una nueva forma de
ocupación de las personas que se regían en ella, tanto física como
psicológicamente. La sociedad cada vez acrecentaba más el número de individuos
que conformaban los sectores bajos, cada vez se poblaba más con arrendatarios
de familias completas y numerosas en los cuartos redondos, los cuales no
poseían más que un ambiente. Los cuales no poseían tuberías o un sistema que
regulara los residuos generales a favor de la higiene. Esto, corresponde a un
fenómeno que sin duda, daba paso a una deficiencia envuelta en una absoluta
vulnerabilidad de estos sectores, dadas sus reales condiciones de vida.
Es prudente
destacar, un concepto de gran importancia y magnitud que acuñó durante esta
época gracias a las situaciones mencionadas anteriormente. Pues, nos referimos
a la “cuestión social”. Un término que reunía las situaciones tanto cultural,
política, ética y muchas otras dimensiones en torno a las condiciones junto con
el contexto en que debían vivir diariamente los sectores bajos de la sociedad.
Y es precisamente la cuestión social, el resultado de muchos factores ya
mencionados. Como la migración campo-ciudad, seguido del estilo de vida de los
conventillos o ranchos, llegando a las precarias condiciones de vida en que se
insertaron con rapidez y naturalidad en las vidas de estos agentes.
Es aquí
justamente cuando comienza a ocurrir y desempeñarse una situación que no sólo comprendía
a los sectores bajos de la sociedad, sino a la mismísima elite de esta. Era tal
la diferencia y la brecha social existente en la época entre estos dos sectores
sociales que no era prudente comparar o asimilar uno con otro. Esto muy bien se
argumenta con la siguiente cita de Mario Garcés: “En el caso de Santiago el
contraste entre el hacinado conventillo y la espaciosa mansión oligárquica no
admitía comparación”. Esta situación de diferencia y separación de todo ámbito
de un sector con otro, llevó a un fenómeno espontáneamente representativo entre
el comportamiento y relación de clases. (pág 92)
Nos referimos al proceso de “apartamiento” y segregación social de parte de
este elevado sector hacia las clases bajas. Con respecto a este fenómeno,
podemos mencionar y destacar una gran cantidad de elementos que constituyeron
esta realidad. Sin embargo, para explicarla, es necesario analizar las posturas
y visiones que sostenía el sector bajo de la sociedad hacia sus mismas
condiciones de vida y de trabajo.
Los obreros,
un término elemental para referirnos a una buena parte y por tanto, mayoría de
individuos (masculinos) dentro del sector social inferior, comenzaban o mejor
dicho ya eran conscientes de las formas de vida en que eran expuestos una vez
insertos en el sistema de la ciudad. Tanto en el lugar de trabajo como en la
viviendas que debieron adquirir. Es así como estos, tomaron riendas con
respecto a lo que acontecía y comenzaron a formar “demandas obreras”, con
respecto a estas podemos mencionar las principales como: el hacinamiento, la
falta de higiene en las viviendas. Además de las demandas correspondientes al
ámbito laboral. Estas, correspondían a situaciones como: la inexistencia de:
leyes laborales y un sueldo regulado, seguros laborales para el trabajador de
parte de los empleadores a cargo o la simple previsión a futuro de estos
obreros.
Ante estas
situaciones, la elite, suponía y pretendía ciertas soluciones, las cuales
muchas veces eran llamadas “alternativas de parche”, que muchas veces, en vez
de buscar una solución a estas situaciones de vulnerabilidad, cada vez
acrecentaban más la “reclusión” dentro de sus espacios. Por lo general, existía
una brecha social de tal magnitud entre ambos sectores, que era inevitable el
sentimiento de hablar de “los otros”. Es decir, referirse a los sectores
inferiores como otra clase y otro tipo de gente. Es gracias a esto como la
elite implementa medidas que contribuyeron al fin y al cabo en un
“apartamiento” de entre sectores. Un ejemplo son las viviendas que se daban a
disposición de los sectores bajos, alejadas de la correspondiente clase alta,
espacios especiales para este sector con el objetivo de la divergencia entre
clases, logrando una “insuficiencia” en la finalidad de subsidio y/o ayuda para
estos sectores. Frente a estas situaciones, las clases obreras no se mostraron
inertes, sobre todo ante la situación de las demandas que cada vez se
agudizaban de mayor manera. Y es gracias a la necesidad general entre obreros,
lo que llama a una mínima “dignidad” en sus
condiciones de vida. Los obreros comienzan a “visibilizarse” y a tomar
conciencia. No obstante, esto se llevó a cabo mediante un proceso fundamental,
el cual corresponde a movilizaciones, protestas, huelgas, formación de
sindicatos y muchas otras manifestaciones que llamaban a defender derechos y la
existencia de un trato y dignidad mínima al hombre trabajador.
Dadas estas
situaciones, la elite no respondía ni tampoco le era conveniente ayudar a los
sectores obreros. Es más, debían proteger y mantener un cierto “prestigio”, el
cual no podía disolverse, sino mostrar una superioridad y estabilidad ante
cualquier situación. Aún cuando se tratase de demandas de parte de un gran
número de personas. Pues, los obreros tomaban cada vez más firmeza en sus postulados.
Buscando de forma clara una regularización del trabajo, una previsión que los
resguardara, más un salario fijo que pudiera asegurar su mínimo bienestar y el
de sus respectivas familias. Al obrero no se le permitía tener propiedad
privada, no tenía las herramientas, por lo que era prácticamente imposible
llevar una vida resguardada y digna. Sin embargo, contra estas manifestaciones,
el Estado actúa frente a ellos de una manera dura y abortiva. El Estado, en su
máxima expresión manifiesta el elemento opresor, con el objetivo de deshacerse
de estas demandas, expulsarlas y desparecerlas mediante la fuerza. Además de
fabricar una visión “egoísta” espontánea del obrero. Un claro ejemplo son las
huelgas realizadas a principios del Siglo XX, como la “huelga de la carne”, la
cual se desencadenó a raíz de un impuesto que beneficiaba más, de cierta forma,
a los trabajadores extranjeros que los obreros nacionales. Pero sin lugar a
dudas el ejemplo que muestra con más claridad el uso de la fuerza con la
intención de reprimir manifestaciones de demandas obreras, es la “matanza de
Santa María de Iquique”. Situación en la cual se registró una cantidad extrema
de muertos, producto de la acción de las fuerzas armadas en contra de una gran
cantidad de gente que se encontraba manifestando dentro de una escuela en
Iquique.
Retomando el
tema de las condiciones de vida y la constante vulnerabilidad en los sectores
bajos que habitaban en la ciudad, es prudente mencionar el surgimiento del
“Estado Benefactor” en Chile. Esto surgió a raíz de los graves problemas ya
mencionados, principalmente
representados por la cuestión social. Además de la inexistencia del respaldo
mínimo y básico para llegar a un desenvolvimiento de los grupos más pobres de
la sociedad. Este proceso, se inicia, a partir de la década de 1920. El
principal proyecto para su implementación correspondía a una serie de instituciones que buscaron cubrir
las necesidades principales. Como las sanitarias, de vivienda, educativas y
protección social destinadas para estas clases trabajadoras.
el
emprendimiento, el cual se acompaña de la meritocracia que valoraban los
trabajadores. Es decir, los frutos. De a poco, el inversor se convierte en
empresario y el trabajador comienza a organizarse. Los frutos de esta organización
comienzan a verse en las nuevas leyes laborales y salarios que el Estado pone a
disposición de los trabajadores. Por estos nuevos cambios, sobre todo en el
ámbito laboral, se muestra claramente como el Estado necesariamente debe
preocuparse por las demandas y nuevas necesidades obreras. Este suceso llevó a
la existencia de un proceso llamado “Estado Benefactor”. Si bien, este, no fue
igual de completo y asegurador en muchos ámbitos, como si lo fue en muchos
países que se implantaba en Europa, hubo grandes cambios en donde el agente
encargado de este era el Estado. Pues, por primera vez se estaba dando la
posibilidad a los trabajadores para que tuvieran un salario regulado y pudieran
respaldarse en leyes laborales, una vez que asistían a sus ocupaciones. Podemos
concretar, gracias a este anterior análisis que el Estado Benefactor,
constituyó a uno de los más grandes esfuerzos para mejor las condiciones de
vida representadas por la cuestión social, en término de organización estatal
para su realización.
Si seguimos
situándonos en el área económica de nuestro país hasta ese entonces, cabe
destacar que Chile era un país totalmente monoproductor (un gran ejemplo es el
salitre), ya que dependía únicamente de sus exportaciones de materias primas
dirigidas a otras naciones. Como por ejemplo; EE. UU. Es por esto, que al
emerger la famosa “crisis del 29” ,
producto de la caída de la bolsa de Wall Street en Estados Unidos, Chile fue el
país más afectado, debido a su gran dependencia económica. Pues, Chile no
poseía ninguna industria exponente, la cual no correspondiera a materias
primas, sino materias primas, las cuales no pudieron sustentar al país en un
momento de crisis, ya que los países demandantes de estas no se encontraban
bien económicamente. La industria nacional era incipiente, nuestro país era
extremadamente dependiente de las exportaciones. Dadas las circunstancias,
Chile debe enfrentar una fuerte crisis, la cual agudizaba con mucha más
profundidad la vulnerabilidad que ya se había apoderado de una gran parte de la
sociedad.
Esta situación
llevó a que el Estado se hiciera cargo de gran parte de este problema. Este,
intervino para “fomentar la producción”. Si bien, nuestro país no poseía
grandes industrias ni tampoco lograba abastecerse por si misma y menos en
momentos de crisis, se instauró una nueva idea por parte del Estado, la cual
consistía en fomentar la producción nacional, es decir, introducir en Chile una
economía “hacia dentro”. Esta idea se concretaba en el más conocido modelo ISI
(industrialización por sustitución de importaciones), en el cual se crearon
variadas asociaciones con este mismo objetivo de industrialización nacional.
Ejemplos de este fenómeno fue CODELCO, ENDESA y también la famosa “CORFO”.
Gracias a estas asociaciones, nuestro país logró desarrollar una “nueva forma
de concebir el mundo”. Esto muy bien se puede apreciar y sustentar en la
siguiente cita de Correa: “El desarrollo “hacia fuera” basado en la exportación
de recursos naturales en el contexto de políticas de libre mercado, sucumbió al
cerrarse los mercados, siendo entonces reemplazado por el denominado
“desarrollo hacia adentro”. El instrumento fundamental del nuevo paradigma”. (pág 140) Es así, como
el modelo de sustitución de importaciones, se convierte en una nueva forma de orientar
la economía del país.
También, es
importante destacar, que la mayoría de estas asociaciones creadas con la finalidad
de fomentar y expandir la industria nacional, fueron implementadas en los
“gobiernos radicales”, conformados por la estadía en el poder del presidente
Aguirre Cerda (1938-1941), Juan Antonio Ríos (1941-1946), y González Videla
(1946-1952). Gobiernos que dadas las circunstancias se encargaron de darle un
“plus” al país, luego de la gran crisis del 29, el país descendió en muchas
medidas, dejando al país en una situación complicada y sin muchas salidas. Sin
embargo, los gobiernos radicales, pudieron, entre muchos logros, realizar
grandes cambios dentro de la década del 30, los cuales lograban un gran
contraste, contrastándolo con las anteriores condiciones, previas a estos
gobiernos y claramente agudizadas producto de la crisis. Esto, lo podemos
apoyar y sustentar con la siguiente cita del autor Ortega: “Las
transformaciones operadas en la economía chilena durante la década de 1930
fueron el producto de la coyuntura externa y de las políticas adoptadas para
contrarrestar los efectos de aquella. En este sentido, durante los años 1932 a 1938, el gobierno de
Arturo Alessandri actuó con prontitud y pragmatismo para restaurar la
confianza, la demanda, el empleo, el ingreso y la inversión, a través de
medidas monetarias, fiscales y políticas de incentivos específicos a
determinados sectores” (pag 26-27). Es así
como esta cita nos ha mostrado la acertada y competente acción realizada por un
presidente radical, de quien se afirma, logró tanto una superación de
estabilidad política y económica, como un incentivo importante que llegó hasta
los sectores más bajos.
La sociedad
chilena, vivió una serie de cambios que fueron fundamentales para el proceso y
la formación de la nación que hoy está presente y de la cual se puede contar
una historia. Un proceso que comenzó con un cambio de vida a la ciudad, el cual
llevó a la marginalidad de miles de personas en busca de mejores condiciones,
la represión de parte del Estado a las tantas voces de muchos de estos individuos
trabajadores exigiendo mejores condiciones de vida. Estado en donde los
poderosos correspondían en su mayoría a la elite, un sector social que llevó a
una crisis moral de la sociedad, guiada por la motivación material y absurda
del prestigio y el egoísmo hacia los sectores marginados. Este mismo Estado que
les dio la espalda, con los años fue cediendo leyes laborales y elementos
necesarios para el resguardo de los trabajadores. Sin duda, podemos concretar,
gracias a todo el anterior análisis, que el Estado Benefactor, constituyó a uno
de los más grandes esfuerzos para mejor las condiciones de vida representadas
por la cuestión social, en término de organización estatal para su realización.
Sin embargo, nunca fue suficiente la intervención del Estado hacia la gran
vulnerabilidad y pobreza en la que se vio envuelta una gran mayoría de la
población chilena.
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