sábado, 12 de marzo de 2016

Literatura y Sociedad

 Bachillerato en Ciencias Sociales

   
1) Este análisis tiene como fin relacionar los textos: “El sur” y “La culpa de los Tlaxcaltecas”, acorde a la identidad latinoamericana en sus contextos y el tiempo, ya sea lineal o mítico, tomando en cuenta el tiempo pasado y presente de las historias.
Ambos cuentos, muestran una relación de identidad latinoamericana desde los personajes principales hacia su entorno y contexto histórico, como es el caso de Dahlmann cuando viaja al sur. Este personaje se sentía propiamente argentino, sin mucho reconocimiento hacia sus raíces indígenas, es por esto que el viaje al sur lo llevaría a encontrarse con su pasado étnico, un viaje hacia sus antepasados y podría encontrase con sus parientes que si establecían conexión con sus raíces indígenas, es por esto, que se podría decir que Dahlmann viaja al sur en busca de su identidad.
En el caso de Laura en “La culpa de los Tlaxcaltecas”, junto con “Nacha”, desde el comienzo del cuento, se atribuye culpa por haber seguido su vida sin reconocerle importancia a su descendencia indígena, al pertenecer por su origen al pueblo “Tlaxcalteca”,  al casarse con un hombre que reniega sus orígenes (Pablo), Laura se ve envuelta en un contexto “europeizado”, alejándose de sus raíces y orígenes con el simple hecho de vivir con su marido y compartir sus mismas costumbres. Así lo afirma Laura en la siguiente cita: “Este marido nuevo, no tiene memoria y no sabe más que las cosas de cada día.” (Garro)
El personaje de Laura,  vive alteraciones en el tiempo lineal que va contando la historia, esto se puede observar y apreciar en los momentos que Laura se ve envuelta dentro de instancias que vivió el pueblo “Tlaxcalteca”, como un incendio y varias instancias en que se encuentra con su primo y a la vez novio indígena. Laura si se inserta en el pasado de su pueblo, al vivir momentos con su primo en un contexto histórico de años atrás, es como si cada vez que se encontrara con este personaje, Laura retrocediera en el tiempo y se fuera un determinado tiempo a vivirlo junto a él. Así le sucede varias veces y se puede respaldar con la siguiente cita:
“-¿A dónde anduvo, señora? –Fui al Café de Tacuba –Pero eso fue hace dos días.
Josefina traía el Últimas Noticias. Leyó en voz alta:”La señora Aldama continúa desaparecida. Se cree que el siniestro individuo de aspecto indígena, que la siguió desde Cuitzeo, sea un sádico” (Garro). Laura desaparece dos días en el tiempo real y sus familiares que no estuvieron insertos en este retroceso del tiempo si presenciaron su ausencia, es por esto que si analizamos este tiempo al que retrocedió Laura, un tiempo mítico, si se puede comprobar por sus desapariciones y encuentros con su primo indígena.
Por otro lado, si analizamos el cuento de Jorge Luis Borges, “El sur”, nos damos cuenta de una irregularidad en el tiempo. En primero momento, se puede entender que el personaje principal del cuento está viviendo una secuencia de momentos que le van ocurriendo a lo largo de la historia, pero hay momentos en que la historia se vuelve algo  “irreal” dadas algunas circunstancias poco creíbles y de aspecto fantasioso. Esto, da a pensar que es un delirio del personaje, o un sueño por su inestable salud que se presenta desde el comienzo, al ser internado, este suceso ocurre antes de empezar a cuestionar la realidad de lo narrado, ya que aun no muestra signos de fantasía o algún elemento extraño o ajeno a la historia.
En el cuento, al ocurrir sucesos extraños e irreales desde un primer momento, se comienza a cuestionar la realidad de los hechos relatados, pero, el cuento, a diferencia de “La culpa de los Tlaxcaltecas”, este si respeta un tiempo lineal, ya que este “delirio” de acontecimientos extraños va ocurriendo en una secuencia de tiempo, sólo que no se menciona que no es real y se cuenta como si lo fuera. Dahlmann, no vive alteraciones en el tiempo, ni tampoco viaja al pasado, sólo vive el presente soñando acontecimientos extraños y poco creíbles, como por ejemplo en las siguientes citas: “Recordó bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente” (Borges), “Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal” (Borges). Además de haber mencionado a este “mágico animal” y comenzar a dudar sobre la realidad de lo relatado, cuando se menciona que el placer que le causa el café, había sido vedado en la clínica, el narrador encuentra un parecido del sabor del café de la clínica con el supuesto café de la calle Brasil, aquí es donde se establece una relación entre lo anteriormente vivido (cuando fue internado) y lo que sintió en ese momento, que claramente apunta que se encuentra en otro lugar, y en este caso, este lugar sería parte un delirio, del que no está consciente. Con este ejemplo de cita se puede entender que Dahlmann se familiariza con la clínica, con el sabor a café que le hace recordar, sin darse cuenta que sigue ahí.
Ambos textos tienden a confundirnos en relación a su tiempo lineal, pero la diferencia está en que “El sur”, a diferencia de “la culpa de los Tlaxcaltecas”, no realiza ningún tipo de anacronía, solo es un delirio al que el personaje se ve enfrentado desde que se interna.
2)  En ambas novelas existen una relación muy fuerte y significativa para la historia de nuestro país. Esto, corresponde al contexto de lo que significó el golpe militar en Chile (1973). En cada novela se muestra una situación diferente que relata momentos cotidianos de personajes en especial, en este contexto de la historia chilena.
En el caso, de Tejas Verdes, Hernán Valdés nos relata día a día como fue su estadía en este campo de concentración, sometido bajo la autoridad de militares, torturadores, que se encargaron de crear el sentimiento de vulnerabilidad en los prisioneros. Al ser torturados, humillados y ultrajados de forma constante y combinado con el sentimiento del miedo (miedo en todo sentido) convirtió a estas personas que entraron como prisioneros y en su estadía en Tejas Verdes iban tomando actitudes sumisas, tenían conciencia de lo insignificante que eran para las personas encargadas de tenerlos reclusos. Sólo eran seres tratando de sobrevivir, que iban y venían, no importaba mucho si moría uno o dos en un día, a los torturadores sólo les interesaba la información que podían obtener, es por esto, que eran capaces de lo que sea por obtenerla. Los reclusos no se sentían como personas, si no cuerpos explotados por golpes e insultos, ellos eran los “otros”, los que no valían lo mismo, a los que no se les debía respetar sus derechos.
Esto nos lleva a considerar a los prisioneros como personajes de un sentimiento “secundario”, de poca pertenencia a una historia, ellos eran “los otros”, los “marginados” que no podían reclamar por sus derechos por ningún motivo, si deseaban cuidar sus vidas. Esto les juega en contra al pensamiento de quienes serían o que tipo de personas serían si lograban sobrevivir a la experiencia, su personalidad ya no dependía de ellos mismos, sino de los otros, su estado de ánimo y su salud no estaban en sus manos, sino los otros, siempre. Este sentimiento se puede demostrar en una cita de Valdés en su libro:
“Hablar desde aquí de todo eso como una realidad esfumada, como de una situación histórica única dilapidada por el temor, suena a pesadilla; pero más todavía reconocernos a nosotros mismos, en la medida en que hablamos como sobrevivientes de esa realidad. Porque si logramos salir de aquí alguna vez, ¿qué seremos si no? En el mejor caso, individuos aislados, ocupándonos oscuramente de nuestras vidas.”(Valdés, 85-86)
Cambiarían rotundamente sus vidas, su personalidad y su manera de actuar, para no olvidar esta experiencia jamás. Todo por los actos de estos “otros”, de estos “otros más importantes”, quienes fueron capaces de causar este cambio en sus vidas desde el día en que pisaron Tejas Verdes.
En el cuento “Formas de volver a casa”, nos encontramos con un narrador que se siente, casi en todo momento, un personaje secundario. Puede que en muchos momentos no se dé cuenta, pero en el fondo siempre siente esa constante “exclusión” por parte de los adultos, al momento de opinar o hablar de los temas que giraban en torno al contexto de los años. Esta “exclusión”, se le da a los niños por el simple hecho de ser niños, pequeños y no adultos. Los niños sólo escuchaban a sus padres o los observaban cautelosamente, sin opinar mucho porque según los adultos (no todos, pero gran parte) no correspondía.  Es por esto, que en este caso, los personajes secundarios serían los niños, “los que no saben” o que no pueden formar parte de una discusión importante en torno a alguna temática asociada al problema político imperante en la época. Al no tener experiencia y ser menores no se les da esta confianza. Porque simplemente no conocen a fondo lo que realmente pasaba en el país en ese momento y tampoco se les quiere informar por parte de los adultos.
Este sentimiento de personaje secundario, se puede afirmar con el simple comportamiento de obedecer e irse de algún lugar que contenga conversaciones que no corresponden para un niño, por ejemplo. La siguiente cita nos deja muy en claro qué es lo que sentía el narrador al reflexionar esto:
“Los niños entendíamos, súbitamente, que no éramos tan importantes. Que había cosas insondables y serias que no podíamos saber ni comprender. La novela es la novela de los padres. Maldiciéndolos y también refugiándonos, aliviados, en esa penumbra. Mientras los adultos mataban o eran muertos, nosotros hacíamos dibujos en un rincón. Mientras el país se caía a pedazos nosotros aprendíamos a hablar, a caminar, a doblar las servilletas en forma de barcos, de aviones. (Zambra, 56-57)
Si bien hemos señalado este sentimiento de personaje secundario en ambos cuentos, podemos notar diferencias en este sentimiento que ambos narradores comparten. En el cuento “Tejas Verdes”, este sentimiento era de vulnerabilidad, de contante temor hacia los torturadores que pudieran dañar en cualquier momento, una vez más su cuerpo o dignidad. Este sentimiento siempre estaba acompañado de miedo, angustia hacia los sujetos superiores, siempre en un contexto violento y temible. En cambio, en “Formas de volver a casa” este sentimiento secundario se acerca a la idea de familia, los niños que se rigen por los adultos, este sentimiento se crea gracias a la aceptación, respeto y cuidado que se le tiene a ser pertinente cuando se debe y no opinar sobre un tema “para mayores”.

Bibliografía:

  • Borges, Jorge. “El sur”. Ciudadseva. Día mes año de publicación. Web. 06.mayo.2015 < http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/borges/el_sur.htm >


  • Valdés, Hernán. Tejas Verdes. Santiago: Taurus, 2012. Impreso.


  • Zambra, Alejandro. Formas de volver a casa. Barcelona: Anagrama, 2011. Impreso.

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